martes, 30 de abril de 2013

2. El Teatro Romántico.


2.1.          Características.

El primer precursor del teatro romántico fue William Shakespeare, autor que ya avanzó algunos de sus temas durante el periodo del barroco. Aunque el romanticismo sea un movimiento procedente de Alemania.
-          En el teatro romántico lo que predomina en gran medida es el drama, que tiene por objetivo conmover al espectador.
-          El contexto en el que se sitúan suele ser medieval, aunque estructurado y desfigurado al gusto del autor, iniciando los ambientes fantásticos y góticos.
-          En lo referido a la forma, la libertad del autor prevalece sobre las normas clásicas: mezclan lo trágico con lo cómico, la prosa y el verso, no se respetan las tres unidades… Los autores escriben sin restricciones, utilizan tipos de ambientaciones distintas, dividen la obra en actos y utilizan las medidas métricas que más creen que les convienen.
-          El tema estrella del teatro romántico es el amor que choca contra todas las convenciones sociales y normalmente acabado con un final trágico. La fatalidad, el destino cruel y la venganza son temas que aparecen con frecuencia en las obras teatrales del romanticismo. Otro de los temas es la libertad que enfrenta al héroe romántico con el mundo exterior y en algunos casos la heroína femenina que le seguirá y será leal, también desembocando en final trágico.
-          La escenografía de las obras adquiere gran importancia: aparecen los teatros como lugares físicos donde representar las obras y cambian de manera extrema según la obra que se represente.
-          El lenguaje se vuelve retórico y bastante grandilocuente, mezclando el verso tradicional con la prosa que se añade por primera vez al teatro.
-          Finalmente, acaban dándole más importancia a la acción y al modo que tienen de actuar los personajes que no a la complejidad psicológica de estos, que acaban dejándola a un lado.


Como en otros países, el teatro romántico español reacciona contra el didactismo y las normas del teatro neoclásico.
El primer éxito del drama romántico se produce en 1834 con el estreno de La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez de la Rosa, u  otros estrenos como Macias de Larra, pero la total consagración de la estética romántica fue en 1835 con el estreno de Don Álvaro o la fuerza del sino, de Ángel Saavedra. A partir de ese momento son muchas obras románticas que acaban poniéndose en escena. 

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